El temor que genera el sistema previsional hace que cada vez más argentinos piensen en esta alternativa. ¿Con cuánto tiempo de antelación conviene hacerlo?
«Desequilibrio actuarial». A estas dos palabras echan manos los expertos para alertar sobre el presente y futuro del sistema previsional argentino. Y, aunque a simple vista pueden resultar un tanto técnicas, e incluso frías, revelan el desfasaje existente en el actual régimen de reparto: según cifras oficiales, hoy hay apenas 1,7 aportantes por cada jubilado, cuando en realidad debería haber tres activos por cada retirado.
De cara al futuro, las noticias tampoco son buenas. La tendencia es que la relación empeore, debido a una mayor expectativa de vida de la población y a una menor natalidad, un problema que afrontan los sistemas de seguridad social a nivel mundial.
Pero esto no es todo. También hay que sumar el alto grado de informalidad de la economía argentina, en la que sólo uno de cada dos trabajadores realiza aportes jubilatorios al sistema.
Ante este escenario, y convencidos de que el día de mañana no tendrán una entrada de dinero similar a la actual, muchos argentinos ya piensan en herramientas alternativas de inversión con las que reforzar y complementar sus futuros ingresos.
Los más preocupados son quienes perciben salarios elevados, es decir, superiores a los $10.000, dado que la reforma de la ley previsional, sancionada el 20 de noviembre de 2008, fija la existencia de un techo, esto es, una jubilación máxima (hoy de 6.558 pesos).
Así, para este segmento poblacional, la sustitución del salario a la hora de jubilarse será insuficiente, ya que los aportes previsionales se realizan hasta la máxima remuneración imponible y, consecuentemente, la porción que excede al tope salarial queda desprotegida.
Tal como muestra el siguiente gráfico, cuanto más alto es el nivel de ingresos de una persona, más grande es la caída de la «tasa de reemplazo», es decir, mayor será la brecha entre lo que ese trabajador percibe mensualmente mientras está en actividad y lo que obtendrá una vez jubilado.
Seguros de retiro, una opción
Hoy los seguros de retiro son una de las opciones que se ofrecen en el mercado para mantener o asegurar un determinado nivel de vida cuando, tras 30 años de trabajo, llega el merecido descanso.
Daniel Pérez, abogado especialista en seguridad social, explica que «quien quisiera complementar su jubilación tendrá que hacerlo a través de la contratación de un seguro de retiro privado, que posteriormente le dará una renta vitalicia, porque hoy ya no existe la posibilidad de realizarlo mediante un régimen de capitalización».
Pérez hace hincapié en que las personas con mayor interés en complementar su haber jubilatorio son las que perciben ingresos altos. Y a este segmento se le suman quienes hayan realizado aportes voluntarios previos a noviembre de 2008.
«Como había mucha gente que en el sistema de capitalización hacía aportes o imposiciones voluntarias ahora, estas personas, a partir del artículo sexto de la Ley 26.425, pueden elegir continuarlo en alguna de las AFJP reconvertidas como compañías de seguros de retiro», señala el abogado.
Las consultas, en alza
Juan Manuel Artigas, asegura que la cantidad de consultas y contrataciones es creciente.
¿El motivo de esta demanda en ascenso? Según Artigas, se debe a que a partir de la modificación de la legislación previsional el segmento ABC1, o de ingresos medios-altos, no cuenta con instrumentos de ahorro privado ni opción para elegir por fuera de la jubilación de reparto solidaria y con topes.
No obstante, el responsable del área de Beneficios para Empleados de Aon aclara que a quien desee contratar algún esquema de ahorro voluntario, semejante a un plan de pensiones, se le arma un producto a medida, que puede destinarse al pago de los estudios de los hijos o a la jubilación, pero orientado al ahorro y no a la protección.
Y si bien estas herramientas no tienen límite de edad, los expertos recomiendan a los interesados ingresar lo antes posible porque, de esta manera, sentirá un menor impacto en su bolsillo.
«Lo óptimo es aportar como mínimo entre el 2 y el 3% del salario ya que, como son productos a mediano y largo plazo, lo ideal es que el esfuerzo sea el menor posible», comenta Artigas.
En tanto, el gerente de Seguros de Vida de Zurich, Klaus Bohner, también observa más consultas por parte de empresas y particulares, ya sean empleados en relación de dependencia o profesionales independientes.
Según cuenta Bohner, «el mercado se está moviendo en tres direcciones: en reemplazo de ingresos por jubilación, invalidez o fallecimiento. En todos estos casos los clientes buscan tranquilidad y protección, y reemplazar los ingresos en estas situaciones».
A sus clientes, el ejecutivo de Zurich les recomienda comenzar la inversión al menos diez años antes de jubilarse ya que «el mismo ahorro durante un período más prolongado genera resultados más positivos».
De acuerdo a la regulación vigente, los bancos o las compañías de seguros invierten una parte del dinero de los aportantes en fondos de la Argentina y otra en el exterior. «Son productos en dólares, con todas las ventajas que tiene el ahorro a largo plazo en moneda dura», resalta Bohner.
Así, por ejemplo, si un hombre de 35 años que busca complementar su jubilación futura decide aportar el equivalente a u$s70 en forma mensual durante 30 años, a los 65 podrá obtener una renta mensual, por 20 años, de u$s515 en un escenario ponderado y de u$s277 en uno conservador.
El ahorro que ese jóven tendrá disponible al retirarse está calculado en base a una tasa de rendimiento estimada en función de la estrategia de inversión predeterminada, en dos escenarios: uno ponderado (u$s67.996) y otro conservador (44.102 dólares).
Y las empresas, ¿qué están haciendo?
Dentro del abanico de beneficios que ofrecen las compañías -sobre todo las multinacionales- a su personal fuera de convenio, el plan de pensiones es el de más largo plazo.
¿En qué consiste? Es una modalidad de ahorro cuyo objetivo es complementar la jubilación, que no es sustitutiva de esta última y que permite, pasado un tiempo, recuperar el valor de lo invertido más los rendimientos que haya generado en ese período.
Así, mientras al plan de pensiones contribuye la compañía, en un seguro de retiro privado, para llegar a un mismo beneficio, el interesado se tiene que hacer cargo de la totalidad. Además, al ser corporativo, la cantidad de fondos que se reúne posibilita una mejor tasa de rendimiento y se reducen los costos administrativos.
En la actualidad, alrededor de un 30% de las empresas relevadas en la Argentina por la consultora Mercer (377) cuenta con un sistema de pensiones complementarias.
Las compañías ofrecen el beneficio como política de fidelización de sus ejecutivos y de aquellos empleados que ocupan posiciones clave. Según datos aportados por Mercer, el 65% de los planes tienen como destinatarios a directores y gerentesquienes, al percibir altos salarios, se muestran más interesados en ingresar a algún sistema de jubilaciones complementario.
Sin embargo, cada vez más empresas lo hacen extensivo a los jóvenes profesionales talentosos que les interesa retener.
Desde Aon Risk Services, Artigas muestra su interés por captar el segmento de los jóvenes profesionales exitosos, de alrededor de 30 años, que se desempeñan en multinacionales y que éstas están interesadas en retener.
«Ellos son quienes tienen más inquietud porque hoy el Estado no los contiene. Muchos están viendo qué instrumentos tienen para armarse una jubilación futura, o para pagar la escolaridad de los hijos por fuera de los instrumentos de la inversión bancaria o financiera», argumenta el Placing Manager de Aon.
Diego Deza, director de Beneficios de la consultora Towers Watson, también nota una mayor cantidad de empresas interesadas en brindar este beneficio a sus empleados y lo atribuye a una mejoría en el clima de negocios.
De acuerdo a los expertos, casi todas las compañías optan por un «matching uno a uno», es decir, por cada peso que aporta el empleado (hasta el tope estipulado) habrá otro peso que pague el empleador.
Según datos de Towers Watson, existen tres sectores en los que la práctica está más extendida: el petrolero, los laboratorios y la industria química.
«En el sector petrolero todas las empresas poseen planes de pensión y éstos son masivos, es decir, la totalidad del personal tiene la posibilidad de ingresar, desde los directores hasta los playeros de las estaciones de servicio«, enfatiza Deza.
Como en la mayoría de las empresas tiene un carácter contributivo por parte del empleado, el beneficio es voluntario. Cuando los planes abarcan a la población gerencial, los niveles de adhesión son altos –oscilan entre un 70 y 90%-, mientras que en los niveles más bajos la participación cae y se ubica en torno al 50 por ciento.
Los seguros de retiro (contratados en las compañías habilitadas) y los fideicomisos (administrados por los bancos) son vehículos que pueden utilizarse para fondear un plan de pensiones.
Una vez que las entidades bancarias reciben los aportes -que forman una sola cuenta- deciden el destino de las inversiones en base a la rentabilidad y el riesgo de cada opción.
¿Qué papel cumplen las consultoras? Diseñan el plan y un reglamento en base a las necesidades de la compañía cliente y la acompañan en la implementación, comunicación y administración del beneficio, el que, recién después de los diez años, empieza a contar con una masa crítica de fondos.